“La solidaridad es la ternura de los pueblos”. Esta frase de la poetisa nicaragüense Gioconda Belli expresa, de forma sutil, la dimensión puramente humana de las relaciones y la ternura entendida como una acción de encuentro, convivencia armónica y de reconocimiento del “yo soy si tu eres“; es decir, hacernos y relacionarnos como sujetos con la capacidad de producir nuestras condiciones de existencia digna.

La solidaridad es el valor de mostrarnos humanos frente a las realidades dolorosas que enfrentan los pueblos (en los territorios) como consecuencia de un sistema de violencia. Es esperanzar las luchas y búsquedas al caminar juntxs, y acuerpar la exigencia de justicia que miles de personas encabezan para construir sistemas de vida digna que fortalezcan y reconstruyan el tejido social.

La paz es el estado de plenas garantías para todos y todas. Para vivirla necesitamos el reconocimiento del otro, la justicia, la igualdad y, por supuesto, la solidaridad que contribuya al bien común.

Por tanto, Solidaridad y paz es un esfuerzo colectivo que tiende puentes para que actores sociales, eclesiales, políticos y los pueblos se encuentren y acompañen las luchas por justicia de quienes han sufrido el impacto de las violencias en los territorios. También, para que contribuyan a su disminución y accionen sobre sus causas, al mismo tiempo que crean redes que acompañen comprometidamente y que sensibilicen a otrxs para que juntxs busquemos habitar la tierra humanamente, a través del diálogo ecuménico y el aprendizaje del andar colectivo, desde una perspectiva de paz y no-violencia.